En enero de 1939, la asociación East London Aid Spain Committee, compuesta por el comité de sindicatos de Stepney, del barrio obrero East End de Londres, y el Partido Laboralista, organizó la última de las exposiciones de Guernica y sus dibujos preparatorios en Inglaterra. En un momento de tensión política nacional e internacional, el propósito era recaudar un millón de peniques y enviar un barco de alimentos al pueblo español. La muestra tuvo lugar en la Whitechapel Art Gallery, ubicada en el mismo barrio, y en su primera semana alcanzó la cifra de 15.000 visitantes.

La exposición de Guernica en la Whitechapel Art Gallery constituyó todo un acontecimiento en el barrio del East End londinense. Más allá de suponer una ocasión excepcional de ver una de las últimas y más grandes obras de Picasso para un público no acostumbrado al disfrute del arte moderno, Guernica quedó consagrado como obra de propaganda y se ensalzó su carácter político. La prensa lo definió entonces como una prueba, una explicación y una condena del bombardeo de la ciudad vasca por el ejército alemán. Además, la Guerra Civil estuvo muy presente a lo largo de la exposición, donde cada tarde se proyectaron películas y noticiarios del frente.

En la inauguración se escenificó la necesidad, y también el deseo, de esa exposición, que devino homenaje. Contó con la presencia de los líderes sindicales, de Roland Penrose, involucrado en toda la gira de Guernica en el país, y del comandante Clement Attlee, líder del Partido Laboralista, entre otros. Este último realizó un discurso en el que apelaba a Inglaterra a ayudar al pueblo español, como un intento de frenar la temida e inmediata guerra. También acudió una representación de la sección británica de las Brigadas Internacionales, que se presentó con la bandera del “batallón Attlee”.

La brevedad de la exposición (quince días) no impidió que obtuviera un éxito enorme “pese a encontrarse en un periodo tan negro”, como le transmitió Penrose al artista por carta. Guernica y la dramática situación de las mujeres y los niños españoles habían captado la atención de un gran número de londinenses que respondieron a la llamada de ayuda. No obstante, un mes más tarde y desde el otro lado del Atlántico, se iniciaban las gestiones preparativas para la exposición antológica de Picasso en el Museum of Modern Art de Nueva York a finales de 1939, por lo que Picasso solicitó que le fuera enviado el cuadro a París.