Repensar Guernica
El 26 de abril de 1937, en plena guerra civil española, la ciudad vasca de Gernika fue bombardeada por los ejércitos alemán e italiano, en apoyo al bando sublevado contra el gobierno de la Segunda República. Este hecho inspiró a Pablo Picasso para pintar el cuadro Guernica.
A comienzos de este mismo año, Picasso recibió un encargo del gobierno legítimo de la República: realizar un gran lienzo para el pabellón español de la Exposición Internacional de París prevista para el verano.
En abril, a escasos dos meses de la exposición, inmerso en una crisis personal y creativa, Picasso no había conseguido resolver el encargo. Las noticias del ataque a Gernika actuaron como catalizador y empezó a trabajar febrilmente en el lienzo.
En apenas mes y medio, realizó alrededor de cincuenta esquemas y bocetos, y varias correcciones en el gran cuadro.
Desde su primera presentación al público en el Pabellón de España en París de 1937, Guernica realizó numerosos viajes por Europa y América antes de llegar a España en 1981, primero al Casón del Buen Retiro y, a partir de 1992, al Museo Reina Sofía.
Guernica se convirtió en símbolo político, hasta el punto de que aparece como emblema ante cualquier episodio de violencia o de vulnerabilidad de la población civil.
Trascendiendo el hecho concreto en el que se basaba, Guernica es un símbolo atemporal y universal, el de la denuncia de la destrucción implacable y criminal de la guerra, abriendo un debate artístico sobre la representación de conflictos bélicos.
Esta web presenta una extensa investigación realizada sobre esta obra, icono del siglo XX, llevada a cabo por el Museo Reina Sofía y compuesta por alrededor de 2000 documentos.